¡Mi primer Post en mi nuevo blog! Gracias por tomarte estos minutos en venir hasta acá y leer mi historia.
Quiero empezar mi blog con la historia que me cambio la vida, porque si con mi testimonio puedo ayudar a personas que han pasado por situaciones difíciles, estoy dispuesta hacerlo. Algunas personas creo que ya saben la historia, pero esta es mi manera de inspirar a otros y demostrarles, a unos tantos, que la vida siempre será un círculo y las circunstancias cambian en el momento menos esperado.
No se imaginan lo difícil que es aceptar, para una persona con sobrepeso, que ya sobrepaso límites y su estatus es el de OBESO. La obesidad es una enfermedad crónica que la padece una parte importante de la población, sobre todo niños y adolescentes, los casos de bullying escolar son en su mayoría discriminación por sobrepeso. Yo, desde mi percepción, creo que es una cadena, en mi caso llegué a ser obesa por motivos de autoestima. La depresión me llevaba a comer mucho más, y mi refugio era la comida chatarra, mientas más triste estaba, más ansiedad tenía y más azúcar consumía. Por supuesto, no solo padecía de Obesidad Mórbida, sino también mi cuerpo empezó a enviar señales de alerta y apareció el Hiperinsulinismo, que no es más que tu cuerpo produciendo más insulina de la que debería, también sufría de migrañas constantes, y muchas cosas más. Todo eso a mis cortos 20 años. ¡Vaya problema! Desde que entré a la Universidad, conforme pasaban los años, iba ganando más peso, hice mil y un dietas locas, rebajaba y luego de un tiempo y portarme mal, llegaba el famoso “efecto rebote”, recuperaba lo que había perdido y se multiplicaba, si, mucho daño le hice a mi cuerpito.
Perdí la cuenta de cuantos nutricionistas me asesoraron, y de a cuantos gimnasios fui, yo me sentía un caso perdido, y aunque por fuera todos me veían súper feliz, mi corazón y mi cerebro siempre fueron muy inseguros, y más viviendo en el País de las Mises, ¿Qué puede esperar una gordita?
Creo que cada cabeza es un mundo y admiro a todas estas modelos XXL que reflejan sentirse TAN BIEN con ellas mismas, y que les importa un comino el qué dirán. Muy en el fondo a mi si me afectaba muchísimo cuando me decían, «eres súper linda, pero…», mi yo adolescente pensaba que ninguno de los chicos que me gustaban podían fijarse en mí, porque les daría vergüenza decir que su novia era una «gordita» (¿qué boba no?) Pero la mayoría de las niñas piensa así, y por eso quiero decirles que hoy más que nunca me doy cuenta de lo EQUIVOCADA que estaba.
En noviembre del 2014, ya me había graduado de la U, estaba trabajando, y en todo este auge de las redes me encantaba ver estas transformaciones increíbles de pérdida de peso, ya estaba decidida que quería cambiar mi vida, pero me llegó un comentario de un familiar muy cercano que me destruyó por completo, me dijo: «muy graduada, muy exitosa pero con ese cuerpo jamás podrás tener una familia» y me dije a mi misma, si tu familia piensa este tipo de cosas ¿qué quedará para los demás? Aunque sabía que mis amigas más cercanas no pensaban de la misma forma y mi familia en su forma más chiquita tampoco, decidí tomar una decisión RA-DI-CAL.
¡ME VOY A OPERAR! tome la decisión de cortarme el estomago, o en términos más técnicos, hacerme un Bypass gástrico.. Me asesore súper bien, conocía testimonios de primera mano, me recomendaron un doctor muy bueno en mi ciudad, esperé cobrar mi sueldo y aparté una cita. El doctor me analizó y por mi peso (108kg considerando que mi estatura es de 1.62mts ya era obesa tipo III a mis cortos 22 años) ya era paciente apto para este tipo de intervenciones. En menos de un mes, ya me estaban internado para realizar el procedimiento, saqué tiempo de donde no lo tenía, me hice cuanto examen me solicitaron (hasta un psiquiatra me analizó y contra todo pronóstico pase la prueba jaja). Todo iba saliendo a la perfección. Unos días antes les comenté a mis amigos de mi decisión, pero mucha gente se enteró cuando ya estaba en quirófano, ¿por qué? porque he aprendido que las personas tienen mucha malicia, y eso lo sentía tan mío, realmente no quería que nadie opinara al respecto. ¿Me criticaron? ¡POR SUPUESTO! pero ya poco me importaba. Inclusive vendí mi auto para pagarme la operación, primero estaba mi salud, y yo creía que ya había agotados todos los recursos y que no tenía fuerza de voluntad para perder peso de otra forma.
Desde afuera puedes creer que esta es la forma más fácil y rápida de perder peso, «no se necesita mucha fuerza de voluntad» ahí es donde todos nos equivocamos. Te cortan el estomago pero no te reconfiguran el cerebro, sigues siendo un gordito espiritual jajaja. Comencé una dieta líquida y un proceso de reinsertar alimentos a mi cuerpo, súmenle a eso mi cambio de residencia con solo 3 meses de operada (bastante atrevida he salido), y entender que ya no tienes estomago para comerte una hamburguesa completa, porque sencillamente no puedes, te duele la panza si comes más, entonces empiezas a reeducarte. Como todo, esto trajo consecuencias unas muy buenas, otras no tanto.
Obviamente, la operación dio sus frutos, perdí más de 50 kilos. Hoy por hoy tampoco soy la persona más flaca del mundo pero me siento bien conmigo misma, me veo al espejo y ya no tengo conflictos con mi cuerpo y tampoco me importa el que dirán, pero si pudiera darle un consejo a mi yo gordita, le diría; ¡Tranquila, si alguien te quiere y te valora no le importan los kilos de más!. Mi esposo me conoció pocos meses de la operación y yo seguía teniendo mis kilos de más, y a él jamás le importaron, me quiso gordita y extranjera. ¿Qué más puedo pedir? Aún me falta mucha disciplina, pero soy feliz. Tal cual como soy estoy segura que aunque no me hubiese quitado el 70% de mi estomago, mi esposo igual me hubiera elegido, porque aunque el físico atrae, la personalidad es la que enamora.
Si hoy estás leyendo esto, y estás en condiciones de sobrepeso, no quiero decirte que tu opción es realizarte una intervención quirúrgica, infórmate, busca ayuda, cree en las personas de buen corazón, (si, tu sabes quienes son) ignora a los mal intencionados, escucha a tu cuerpo y busca ayuda en los profesionales. Yo encontré al mejor doctor y a la mejor nutricionista, que me hablaron muy claro y me explicaron que era un proceso riesgoso, pero tenía su apoyo. Todos funcionamos de diferentes formas, y cada quien encuentra su forma de estar saludable.
El mundo no te recuerda si fuiste gordo o flaco, te recuerda por tus acciones; que alegría que todos seamos de diferentes tipos, seamos tolerables, que nuestro legado sea de bien y no de discriminación, gordita, flaquita, blanquita, negrita, achinada, de Islandia, o de las Islas Caimán, que bonita es la diversidad.
Y si no, que lo digan los pandas, gorditos, de color y asiático, pero son los más amados.
Oriana R. Finotti 